Ya nunca verás la tele a solas, a menos que quieras

Hace varias décadas no se utilizaba la palabra spoiler. No porque en otra época no éramos tan dados a los anglicismos, que también, sino porque el modelo de consumo televisivo no daba pie a que nadie pudiera destripar el argumento de una serie. Básicamente porque la televisión era lineal y todo el mundo tenía la (única) oportunidad de ver el contenido al mismo tiempo. Así de sencillo. Nadie tenía la información antes de la emisión y si alguien se perdía el estreno, escuchar algún spoiler no era tan molesto porque difícilmente tenías la oportunidad de recuperar ese contenido.

Lo más cerca que estaba el consumo de televisión de ser un “evento social” era compartir la serie de cada noche con los miembros de la familia o a lo mucho hacer una llamadita rápida (al fijo, claro está) después de la emisión para compartir la jugada con alguien. En esa época, en la que portadas como esta tenían cabida sin que nadie pensara en quemar a lo bonzo la redacción de la revista, era difícil vislumbrar en qué se iba a convertir el consumo de tele unas décadas después.

Las nuevas tecnologías y los hábitos de consumo han hecho que entre por la puerta grande lo que se denomina la televisión social. Ya nadie tiene que ver la tele a solas (a menos que quiera). Gracias a los servicios interactivos y a que las redes sociales y la tele se dan la mano, la interacción entre los espectadores es un hecho. Buscas un hashtag y… ¡pum! En cuestión de segundos puedes comentar, participar y valorar un programa o una serie con un batallón de perfiles. Sencillo y práctico. Con todo el sofá para ti y lo que es más importante, sin tener que compartir tus palomitas.

El panorama actual abre multitud de posibilidades que enriquecen el consumo televisivo. Desde directos por Twitter o Instagram en los que los propios canales comentan en vivo el contenido en emisión, hasta los denominados binge-watching, o lo que es lo mismo, meterte un atracón de episodios de una misma serie de forma continua. El maratón de toda la vida. Y cuando la ficción y el entorno digital se entremezclan de manera exquisita sucede hasta que un personaje de una serie tiene su propio perfil en redes sociales. ¿Un ejemplo de ello? La cuenta del brillante Juan Carrasco, protagonista de Vamos Juan y Vota Juan.

A medida que las nuevas tecnologías han ido ganando terreno, la producción de los contenidos audiovisuales ha evolucionado en paralelo. El transmedia storytelling es ya un recurso muy utilizado. Se ha pasado de contar historias a vivirlas y experimentarlas. Se trata de transmitir en diversas plataformas con el contenido fragmentado. Todos esos fragmentos se complementan entre sí y sirven para comprender la historia en sí misma. Las historias se cuentan para ser vividas y experimentadas. El consumidor ya no es un ser pasivo. El consumo ya no es unidireccional. La televisión hace un call to action y propone un consumo participativo facilitando la interacción y participación del público.

Todo ello no sería posible sin el auge de los dispositivos móviles que ofrecen la posibilidad de consumir el contenido no solo desde el sofá frente al televisor. El servicio bajo demanda (SVOD) de los operadores ofrece además la oportunidad de acceder al contenido cuando a uno le venga mejor así que bueno, ¿quién da más? El espectador ya tiene la llave del “qué ver”, “cuándo” y “cómo”.

No podemos negar que se nos escapa una sonrisa nostálgica al pensar en aquella tele cuadrada cubierta por un tapete y repleta de recuerdos y figuras de Lladró, pero el presente de la televisión es cuanto menos entretenido y la rapidez con la que se van aconteciendo las novedades nos hace soñar con un futuro televisivo apasionante. ¡Permanezcan atentos a sus pantallas, sea en el dispositivo que sea!