El hecho de que uno de los temas de conversación al hablar de Black Mirror sea cuál de los episodios te ha gustado más, ya dice mucho a favor de la serie. Cuando en otras series lo que tratamos de sacar en claro es si vale la pena o no dedicarle unos minutos de nuestro tiempo, en el caso del trabajo de Charlie Brooker ya partimos de la base de que tenemos algo bueno entre manos. Damos por descontado su calidad.
La segunda temporada de Black Mirror, disfrutable en nuestras pantallas gracias al canal TNT, refleja de nuevo la presencia exhaustiva de televisores, tabletas y móviles en nuestras vidas, explora las posibilidades de la tecnología y, sobre todo, plantea el uso que hacemos de ella. Brooker nos conduce al otro lado del espejo y nos pregunta: ¿Qué harías tú? Si la ciencia lo pusiera a tu alcance, ¿harías que tu pareja volviera de entre los muertos? ¿Darías tu voto a un dibujo animado, a un humorista o a un famoso de la tele en las próximas elecciones? ¿Te regocijarías con el sufrimiento de una persona sólo porque te crees moralmente superior?
Desde el sofá, descubres con grima que la ciencia ficción de Black Mirror puede convertirse en una angustiosa realidad en cualquier momento. La suerte es que, pasado el episodio, respiras hondo porque no tienes que enfrentarte a este dilema, ¿o sí?
¿Nos tiene la tecnología agarrados por el pescuezo? No sé, lo voy a tuitear.