Aprovechando la reciente apertura barcelonesa del tercer FabCafe del mundo, el lugar donde puedes tomarte un café mientras imprimes tu modelo 3D, queremos abordar uno de los temas más en boga últimamente: la impresión 3D.

Casi cada día nos despertamos con noticias de un producto más saliendo de una impresora 3D. ¡Una pistola! ¡Comida! ¡Una casa! ¿Hay algo que no se pueda imprimir? te preguntarás. O incluso, ¿se puede imprimir una impresora 3D con otra impresora 3D? Mmmm, sí se puede.

Pero empecemos por el principio. Qué es la impresión 3D y cómo funciona.

La explicación más clara que he escuchado nunca sobre el tema me la dio un amigo ingeniero. La impresión 3D es como una manga pastelera. A partir de ahí juegas con los parámetros como, por ejemplo, la fluidez del material que utilizas para imprimir. Lo que pones (la crema) es una varilla de plástico (que suele ser o bien ABS –similar al plástico de las piezas de Lego– o PLA, un polímero biodegradable) que sale por la manga pastelera (la impresora). Como el plástico está duro y no fluye, dentro de la “manga” hay una resistencia eléctrica que lo calienta y lo hace más pastoso. Cuanto mejor es la impresora, más pequeño puede ser el agujero de la manga y más exactos serán los objetos a imprimir.

manga-pastelera

Una vez asociada la impresión 3D a la repostería, todo lo demás es fácil. No vamos a detenernos demasiado en los aspectos técnicos, pero sí vale la pena mencionar que las impresoras 3D son procesos de fabricación aditiva, es decir, permiten crear un objeto desde cero: las máquinas van añadiendo material hasta formar la pieza final. En la fabricación tradicional se parte de un bloque de material al que se le van quitando capas hasta llegar a la pieza que se quiere obtener.

Muchas de las tecnologías de impresión 3D tienen sus orígenes en los años 80. Las más comunes hoy en día son la FDM (Fusion Deposition Modeling) y la FFF (Fused Filament Fabrication), que funcionan básicamente como hemos descrito anteriormente: la impresión se realiza capa a capa y cuánto más finas sean esas capas, mayor será la calidad final de impresión. También se están popularizando las tecnologías de impresión 3D con láser como la SLA (estereolitografía) y la SLS (Selective Laser Sintering), con las que se consigue mayor precisión y menor tiempo de impresión. En la tecnología SLA se parte de una base que se va sumergiendo capa a capa en un baño de resina fotocurable que se solidifica. La sinterización selectiva láser utiliza material en polvo. El láser impacta en el polvo, funde el material y este se sinteriza (solidifica).

También existen otras tecnologías de impresión 3D incipientes, como la PlyJet Photopolymer, la Syringe Extrusion, el SLM (Selective Laser Melting), el Electron Beam Melting (EBM) o el LOM (Laminated Object Manufacturing).

Y hasta aquí la jerga.

La mayoría de impresoras 3D personales utilizan la tecnología FDM y los precios suelen oscilar entre los 600€ y los 3.000€. Las industrias que actualmente se están aprovechando más de estos procesos son la arquitectura, el diseño industrial y los laboratorios de investigación.

El modelo de negocio que parece que va a seguir la impresión 3D es parecido al de las impresoras de papel: la impresora se abaratará mientras aumenta el precio de los consumibles. Pero según algunos expertos, quizá el modelo más deseable sería que los fabricantes impulsaran la creación de modelos 3D que los usuarios pudiéramos comprar e imprimir en nuestras impresoras 3D. Las impresoras serían más caras pero con más prestaciones y el coste de los consumibles se abarataría.

Pero volviendo a lo que decíamos al principio, el joven mundo de la impresión 3D está revolucionando el mercado debido a las infinitas posibilidades que ofrece. Y, para muestra, un botón (o muchos).

Entre las cosas que se están imprimiendo hoy en día encontramos: prótesis para amputados tanto humanos como animales, reproducciones del hijo por nacer (3D-Babies), los Budas de Bamiyan que tras 500 años de existencia fueron destruidos por los talibanes en 2001, casas en China o en Holanda, coches (Honda dispone de cinco modelos de coches que puedes imprimir en 3D aunque no podrás conducirlos), carátulas de libros, selfies porque sí o incluso para poner encima de tu pastel de boda, Nike ya ha lanzado un modelo de zapatilla de fútbol en la que los tacos están hechos por impresión 3D, juguetes que los niños pueden imprimir directamente desde apps como Blokify o Monstermatic, imágenes del telescopio Hubble, joyería como la de matter.io o anillos de boda, comida, plantillas para tus zapatos (SOLS), bolsos (Kipling y su serie Monkey Madness City Jungle Shopper inspirada en El libro de la selva), ropa (los bikinis y vestidos de N12 from Continuum , por ejemplo), guitarras, discos de vinilo e incluso huesos y tejidos humanos. Si tienes alma de artista, ya están aquí los primeros bolígrafos que escriben, o imprimen, en 3D, como Lix o 3Doodler.

Como puedes ver, y aunque no sepamos con certeza el rumbo que la impresión 3D va a seguir, todo parece indicar que si puedes pensarlo, podrás imprimirlo.